miércoles, 16 de julio de 2014

Castilla y León: Nicolás y Amancio Madejón

Nicolás Madejón junto a su hijo Amancio, ambos fusilados.

«Ha sido preciso someter una tarea dolorosa, pero necesaria de aniquilamiento y depuración. Como en un organismo vivo tiranizado por el mal, España tuvo que diseccionar zonas excepcionales de su masa vital. Al magisterio afectó quizá con inusitada fuerza esta tarea de purificación. Pero un interés religioso y, un soberano interés nacional lo exigían así». Con estas palabras resumía, en 1943 el entonces ministro de Educación, José Ibáñez Martín, la tarea depuradora del régimen franquista sobre el colectivo docente español. 

Un proceso de aniquilamiento y depuración del que no escaparon los maestros de esta región. Así lo demuestra el libro 'Muerte y represión en el Magisterio de Castilla y León', obra colectiva coordinada por los profesores Enrique Berzal de la Rosa (Universidad de Valladolid) y Javier Rodríguez González (Universidad de León), y que será presentado el martes, a las 19.30 horas, en el Aula Triste del Palacio de Santa Cruz. 

Junto a ellos, otros diez autores han reconstruido la triste peripecia del colectivo docente identificado con los ideales republicanos en cada una de las provincias que hoy conforman la comunidad: M. Rafael Sánchez, Carlos de la Sierra, Jesús Gutiérrez Flores, Severiano Delgado, Santiago Vega Sombría, Carlos de Pablo, Ignacio Martín Jiménez y Juan Andrés Blanco, Adoración Martín y Eduardo Martín. Gracias a la labor investigadora de estos profesores universitarios y de Enseñanza Secundaria ha podido ver la luz un volumen que, por vez primera, aglutina en 533 páginas la represión del magisterio en Castilla y León. Cada capítulo, además, contiene fotografías y reproduce documentos originales.

La obra, editada por la Fundación 27 de Marzo, que preside Fermín Carnero, arrancó hace más de un año gracias a una subvención del Ministerio de la Presidencia y reconstruye el proceso depurador del colectivo docente desde el punto de vista legislativo y práctico, repasa toda la legislación al efecto y detalla los trabajos depuradores llevados a cabo por las respectivas Comisiones Depuradoras.
El libro demuestra cómo, en palabras de Javier Rodríguez, «la represión que sufrieron de manera particular los docentes durante el franquismo tiene el objetivo fundamental de eliminar el modelo educativo republicano, que se desarrolló entre 1931 y 1936 bajo el marco de una democracia parlamentaria; y proceder a la imposición por la fuerza de las armas del modelo educativo nacionalcatólico, que permaneció en nuestro país hasta 1975».
Más que cifras
La adscripción conservadora de la mayor parte del colectivo docente de Castilla y León no fue obstáculo para desencadenar una represión a menudo brutal por parte de las nuevas autoridades a partir del verano de 1936. Según M. Rafael Sánchez, encargado del capítulo de Ávila, donde cerca del 26% de los maestros sufrieron algún tipo de sanción, «ello supuso, entre otras cosas, un retroceso brutal en la calidad de enseñanza posterior pues, en lo que más coinciden los testimonios recogidos, es en la enorme talla profesional y humana de los asesinados y destituidos. Para ocupar sus puestos de trabajo, en un primer momento fueron curas y 'gentes de orden y sanos' quienes lo hicieron, siendo después excombatientes del bando golpista, maestros en prácticas o estudiantes de magisterio que no habían terminado los estudios los que ya usurparon 'legal' e indefinidamente su magisterio».
La represión buscaba erradicar de raíz todo atisbo de educación laicista y modernizadora, heredera de los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, y afianzar el nuevo modelo educativo nacional-católico, santo y seña de la dictadura franquista. «El espíritu de reafirmación del sentimiento patriótico en que se basa la actuación de las autoridades que encarnan la nueva situación española, ha decidido a este Gobierno Civil, en virtud de instrucciones superiores, a separar de sus cargos, a aquellos Maestros Nacionales que vienen desde hace mucho tiempo, y particularmente en los últimos años, realizando una labor sectaria y antiespañola en la misión docente que les estaba encomendada», puede leerse, por ejemplo, en el Boletín Oficial de Ávila de 31 de agosto de 1936, que hace referencia a 65 maestros.
Aparte de los fusilamientos y las ejecuciones extralegales, otras sanciones podían marcar para siempre -y para mal- la carrera profesional de estos hombres y mujeres: traslado forzoso, con prohibición de solicitar cargos vacantes durante un periodo de uno a cinco años; suspensión de empleo y sueldo de un mes a dos años, etcétera.
Abundaron entre los sancionados quienes habían sido simpatizantes y/o propagandistas del Frente Popular, así como los militantes de la ugetista Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE). Pero también se incluía a quienes habían hecho escarnio de la religión, los propugnadores de una educación laica y secularizada, miembros de la masonería, etcétera.
Los expedientes que aparecen en el libro, procedentes muchos de ellos del Archivo General de la Administración y de los archivos histórico-provinciales, son claro exponente de la llamada 'justicia al revés' del franquismo, por cuanto los defensores de la legalidad republicana fueron acusados de rebelión por aquellos que habían protagonizado el levantamiento golpista de julio de 1936. Y no pocos expedientes ponen en claro el cúmulo de rencillas personales, envidias y 'confusiones' que terminó por dañar el prestigio y la carrera de numerosos maestros.
Muertes
Si en la mayor parte de las provincias el colectivo docente depurado y sancionado rondaba el 18-20%, en algunas, como Ávila o Burgos, llegó a superar incluso el 26%. Ni que decir tiene que la mayor crueldad se cebó en aquellos maestros ejecutados de manera 'legal' (previo Consejo de Guerra) o extralegal ('paseados'). 26 en Ávila, 22 en Burgos, 16 en Salamanca, 16 en Segovia, 33 en Zamora… Algunas de estas muertes generaron especial conmoción. Es el caso, de Daniel González Linacero, apresado en Arévalo; el burgalés Julio Martínez Palacios, maestro en Pradoluengo y hermano del famoso compositor Antonio José, también asesinado; los leoneses Primo Demaría, Pío Álvarez Rodríguez o Nicostrato Vela Esteban, padre del pintor José Vela Zanetti; los salmantinos Joaquín Gaite, tío de la escritora Carmen Martín Gaite; el catedrático de Anatomía y alcalde Casto Prieto Carrasco, y el socialista José Andrés Manso; o el vallisoletano de Olmedo Julio Valdeón Díaz, padre del destacado medievalista Julio Valdeón, ya fallecido, entre muchos otros.

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