miércoles, 9 de julio de 2014

Aragón: Feliciano Lapuente Bozal

Feliciano Lapuente Bozal

Natural y vecino de Torrellas (Zaragoza). Nacido en 1903. De profesión jornalero. Afiliado a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, adscrita a la UGT, ejerce de representante de los trabajadores en la Bolsa de Trabajo de Torrellas. Junto con otros dirigentes de la UGT logró también la jornada de trabajo de 8 horas, la eliminación del trabajo a destajo y la fijación del jornal regulador del obrero en 65 céntimos por hora. Elegido concejal del ayuntamiento en 1933 junto a otros dos socialistas y nuevamente en 1936 con el Frente Popular. Casado y padre de dos hijas, una de las cuales no llegó a conocer. Es asesinado el 20 de octubre de 1936 cerca de la localidad de Ágreda (Soria) en compañía de otros dos hombres, siendo sus restos arrojados a una fosa común. Es uno de los "Cuatro de Torrellas".

Su nieto aporta la siguiente información acerca de él en http://fusiladosdetorrellas.blogspot.com.es:

Feliciano era un campesino con algún pequeño "corro" de tierra, como llaman en Torrellas a una pequeña parcela de tierra cultivable. Nada importante, puesto que tenía que emplearse como jornalero, como tantos otros agricultores de la comarca, para sacar adelante a su familia.

Debía de tener cierta formación y cultura, cosa no muy habitual en los de su condición en una época de altísimas tasas de analfabetismo. Los niños abandonaban muy temprano la escuela para trabajar en el campo. Las niñas solían hacerlo para colocarse a servir en las casas pudientes. Mi abuela solía decirme de pequeño que "el abuelo tenía muy buena letra".


El caso es que ese bagaje cultural debió hacerle tomar muy pronto conciencia de las desigualdades en el campo. Por eso estaba afiliado a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, adscrita a la Unión General de Trabajadores, que de esta manera implantaba el sindicalismo socialista en el medio rural.
Uno de las mayores logros de mi abuelo como sindicalista fue el de ejercer de representante de los trabajadores en la Bolsa de Trabajo de Torrellas. Su cometido consistía en obligar a los patronos a contratar a los obreros según un turno riguroso, eliminando así la contratación libre que había sido un instrumento de control social hasta entonces en manos de los grandes propietarios.

Feliciano, junto con otros dirigentes de la UGT habían conseguido también la jornada de trabajo de 8 horas, la eliminación del trabajo a destajo y la fijación del jornal regulador del obrero en 65 céntimos por hora. "Por eso lo mataron", repetía mi abuela, "por pedir unos céntimos de más".

Por si eso fuera poco, había sido elegido concejal del ayuntamiento en 1933 junto a otros dos socialistas como él. En 1934, fueron destituidos de su cargo tras la depuración generalizada de concejales y cargos socialistas y de la UGT a causa de la participación del sindicato en la tristemente famosa Revolución de Asturias. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 los había restituido en sus puestos.
Todas estas cosas, de las que no me cabe duda que se sentía orgulloso, le pasaban por la cabeza el día 19 de octubre de ese año. Se encontraba con mi abuela, vendimiando cerca de la carretera de Agreda. Seguramente estaban inquietos pues durante horas no habían dejado de pasar coches en uno u otro sentido. Aquello, en una época en que sólo los ricos y la guardia civil disponían de ellos, no presagiaba nada bueno. Ya habían asesinado a varios alcaldes y concejales de la comarca. Otros simplemente habían "desaparecido".

Es probable que la idea de huir por el monte hacia la zona controlada por la República le hubiese pasado por la cabeza. Algunos ya lo habían hecho. Pero una mezcla de miedo por su mujer y por su hija de dos años -ni siquiera mi abuela debía ser consciente aún de que estaba embarazada ya de mi madre-, de responsabilidad hacia su cargo en el ayuntamiento y de ingenua confianza en sus vecinos -"yo no le he hecho ningún mal a nadie, nadie me lo tiene que hacer a mí"-, le habían hecho quedarse en su puesto. Pero él, en el fondo de su alma, sabía que tenía todas las de perder.

"Vámonos, Feliciano", le dijo mi abuela cada vez más angustiada. Volvieron al pueblo deprisa intentando ahuyentar sus temores. Estos se hicieron realidad poco después. Vinieron a buscarle la guardia civil y un piquete de paisanos que no eran del pueblo. Debían de ser falangistas de Cervera del Río Alhama, un cercano pueblo riojano. Lo llevaron al cuartel pero volvió al cabo de poco. Más tarde regresaron a buscarle. Esta vez ya no volvió.

Cuando pienso en la angustia que sentiría junto al muro de aquella casilla en el monte, bajo la luz de los faros del camión, junto a sus compañeros, sabiendo que ya no volvería a ver a su familia, sintiendo que terminaba su sueño igualitario, me gustaría creer que murió con un "¡Viva la Republica!" en los labios.
Aunque no fuera así, para mi madre, para mis hermanos y para mi fue un héroe. No de esos de película a los que todo les sale redondo. Lo suyo no podía acabar bien. Tenía demasidos enemigos en contra, los ricos que no querían perder sus privilegios, la guardia civil plegada a los intereses de los oligarcas, los curas ultramontanos salvadores de almas, la incultura y la sinrazón. La España oscura y reaccionaria de siempre.

Sobre su exhumación disponemos de la siguiente información, disponible igoig.blogspot.com.es:

La ASRD hace hoy público el estudio forense (se adjunta), realizado por la Fundación Aranzadi en la Universidad del País Vasco, de los cuerpos de los cuatro civiles naturales de Torrellas exhumados entre el día 9 y el 11 de octubre de 2010. El exhaustivo informe, que incluye las pruebas genéticas y las investigaciones antropológicas y forenses necesarias, identifica positivamente la relación de los cuerpos exhumados en Ágreda con Luis Torres (35 años), Marcelino Navarro (18), Gregorio Torres (40) y Feliciano Lapuente (33).

Se concluye que los cuatro civiles sacados de sus casas (no habiendo frente de guerra en Torrellas) por fuerzas de Guardia Civil y Falange fallecieron "como consecuencia directa de las lesiones [producidas] por arma de fuego" tal y como la familia sabía desde hace larguísimos años y como se puede confirmar en los informes periciales adjuntos firmados por el antropólogo forense Francisco Etxeberría.

En el informe se puede observar que Marcelino (identificado como individuo 1), de 18 años, recibe varios impactos de bala: En ambas clavículas, en las costillas, en el bajo vientre y en la cabeza (con entrada por la parte posterior y salida por la boca).

Feliciano Lapuente (identificado como individuo 2) recibe impactos en la parte posterior de la cabeza (con salida por la cara), y que atraviesan la segunda vértebra cervical.

Gregorio Torres tiene una bala en la cabeza.

Y Luis Torres tiene dos disparos en la cabeza (salida por la mandíbula), y uno en el bajo vientre.

La fosa de los Cuatro de Torrellas

La ASRD vincula directamente los asesinatos extrajudiciales de los cuatro civiles a la ejecución del genocidio político planificado premeditadamente por los generales alzados en armas contra el gobierno democrático de la II República, elegido legalmente en las urnas. Pese a las interpretaciones, a nuestro juicio sesgadas, de la Ley hechas por el Tribunal Supremo en el juicio contra el magistrado Baltasar Garzón Leal, consideramos que dichos asesinatos suponen crímenes de lesa humanidad según la legislación emanada de los juicios de Nuremberg que tuvieron carácter retroactivo hasta 1933, año en el que el Partido Nacionalsocialista ganó las elecciones alemanas. Además, ya el 20 de octubre de 1936 (fecha del asesinato) las detenciones ilegales, las ejecuciones extrajudiciales, los expolios, los destierros, las detenciones arbitrarias…eran crímenes internacionales graves.

Familiares de Feliciano Lapuente el día de su entierro 

El 14 de abril de 2012 se va a proceder al entierro de las cuatro personas exhumadas del cementerio civil de Ágreda. Será en su localidad natal, Torrellas, una vez que han acabado los trabajos forenses. Los actos darán comienzo a las 10.30 a.m. con la apertura de la capilla ardiente que durará hasta las 11.30, cuando los restos mortales serán conducidos al pabellón municipal.

En ese momento darán comienzo las intervenciones de Francisco Etxeberría (Antropólogo forense), Iván Aparicio (Presidente de la ASRD) y Pilar Pérez (Alcaldesa de Torrellas) moderados por la abogada y bisnieta de Luis Torres, María Lobato. Los actos serán amenizados por el Cuarteto de Cuerda del Conservatorio de Tarazona.

A las 13.30 horas se inaugurará un parque de la memoria con 7 bancos dedicados a los civiles exhumados del cementerio de Ágreda y a otras tres personas asesinadas durante la guerra civil (que no, en el frente de guerra).

Como en actos similares esperamos contar con la participación de torrellanos y agredeños que se desplacen a Torrellas para enterrar a estas cuatro personas a las que se dio muerte de una manera tan cruel e injustificable.



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